Es casi 2019 y voy a cumplir 2 años de tomar una de las decisiones que cambió el rumbo de mi vida. Una de las decisiones más difíciles, que me dejó sin cheque de pago durante un año y me hizo valerme de ahorros, abrir la cabeza y practicar la sencillez de una forma más directa.
Comenzando por Madrid, luego Portugal y Francia he pasado por Europa del Este, los Balcanes, y Turquía hasta el norte del África. Volví a Colombia para estar con mi familia un rato, preparándome para mi segundo año. En este tuve la oportunidad de vivir en diferentes países durante un tiempo más prolongado. La experiencia cambia y uno comienza a conocer más de fondo el lugar, la gente, la cultura, la sociedad y el pensamiento en estos sitios. En mi caso: Múnich, Budapest, Belgrado, Moscú, San Petersburgo…
Acá no les voy a decir como encontré la verdadera libertad cuando tomé esta decisión “Es que cuando no viajas y no renuncias a tu trabajo, no vales nada”… Tampoco les voy a contar cómo me encontré a mí mismo en este tiempo o alguna de toda esta “paja” (basura) que echan otras personas para darse falsa auto-importancia.
No. Viajar por el mundo es una decisión de vida. Algo que he tomado conscientemente y que, como cualquier otro estilo de vida, tiene sus cosas buenas y malas. Sus pros y sus contras.
Lo que sí les puedo decir es que haber dejado todo lo que parecía ser un “futuro prometedor” en 2016 y cambiar eso por viajar por el mundo es una de las decisiones más difíciles, retadoras y gratificantes que he hecho en mi vida. No tengo la necesidad de mirar atrás y pensar “y si hubiera…”
Porque uno aprende mucho. Sobre las personas. Sobre los lugares. Sobre las diferencias y semejanzas. Sobre el mundo. Sobre la vida y uno mismo. Muchos de los aprendizajes no son los que esperaba, quería o buscaba tener. Viajar te destapa verdades que no quieres saber. Cosas que no puedes dejar atrás. Cosas que no puedes dejar de ver.
Sin importar lo que pase, es un proceso de crecimiento. Es por esto que les comparto cosas que he aprendido y que me han hecho crecer en este recorrido.
Contents
- 1 1. LOS LUGARES SON LUGARES. Y ENTRE MÁS LUGARES ES MENOS TU CAPACIDAD DE ASOMBRO.
- 2 2. ENTRE MÁS VIAJAS Y MÁS CONOCES, TE DAS CUENTA QUE EN REALIDAD CONOCES MENOS.
- 3 3. VIAJAR TE ABRE UN MUNDO, PERO TE CIERRA OTRO.
- 4 4. LA MEJOR PARTE DE UN PAÍS ES LA PEOR PARTE DEL PAÍS.
- 5 5. LA GENTE NO SE “DESCUBRE A SÍ MISMA” CUANDO VIAJA
1. LOS LUGARES SON LUGARES. Y ENTRE MÁS LUGARES ES MENOS TU CAPACIDAD DE ASOMBRO.
Conocí gente que iba a ir a la India a decirme que estaban super emocionados porque allí podrían aprender finalmente a meditar y por esto es que iban a ir. Cuando les dije que una persona puede meditar en su casa 10 minutos, aprender y ver si en realidad les gustaba me respondieron algo como “Sí, pero es mucho más genial hacerlo en India”. En ese momento escuché al Buda golpeándose la cara con la palma de su mano.
Están los que creen que deben ir hasta África para darle de comer a niños pobres y muertos de hambre jugando con palos y en un barrial, porque es allí donde es válido hacer voluntariado. Además, que da un poco de “estatus” exótico. Cuando en realidad la necesidad de ayudar a niños jodidos, con las mismas necesidades, está en su mismo país. A veces a la vuelta de la esquina.
Otros piensan que deben ir a playas remotas en el sudeste asiático, porque es allí donde van a tener experiencias increíbles, van a aprender a hacer Yoga y es donde pueden ser felices. Luego de un tiempo se dan cuenta que han aprendido más de los libros que han leído en ese lugar que del lugar en sí.

A lo que voy es que los lugares muchas veces están sobrevalorados. O valorados por razones superficiales o estúpidas. Son las experiencias que vivimos en dichos lugares los que nos van a hacer crecer, y el que va a determinar si te gustó o no. Es por esto que sitios diferentes dan experiencias igual de valiosas, todo depende de la experiencia que quieras vivir. Lo lejos del lugar, lo remoto, lo “instagrameable” no determina lo valioso del lugar. Y esto es algo de lo que debemos aprender, estando tan bombardeados de visuales impactantes en redes sociales que desbordan contenido vacío.
Conocí gente que estuvo en valles increíbles, ciudades espectaculares, y bonitos paisajes y pasaron más pendientes de su celular y la atención que recibieron en una foto que haciendo la experiencia del lugar algo memorable. Probablemente cuando recuerden el lugar, va a ser uno más de la lista. Mientras que para otros que no buscaron validación en cosas externas o que se enfocaron más en aprender de la gente, el lugar tuvo una experiencia más significativa. Otros que fueron a un lugar increíble, pero al estar solos no tuvieron la mejor experiencia.
La concepción errada es que tenemos que ir al lugar X o Y para poder hacer las cosas. Porque le damos las cualidades al lugar. Pero los lugares son solo eso. Lugares. Y entre más castillos, más iglesias, más lagos, más ciudades… menos nos impresionamos por estos. La capacidad de sombro es algo que las personas pueden perder fácilmente ante los constantes estímulos y cambios que tiene un viaje prolongado.
Siempre habrá mejores playas. Siempre habrá mejores montañas. Siempre habrá mejores ciudades. Siempre habrá lugares menos “mainstream”. No hay un consenso respecto a esto porque cada quien le da el valor al lugar dependiendo de lo que vivió, cómo se conectó, la gente que conoció y las experiencias que tuvo en este. Eso es lo que los hace especiales y que nos identifiquemos con estos.
Es por esto que hay gente que va a Paris y le encanta. Otras que van a Paris y no “los mata”. Unos van a Turquía y les parece lo máximo, mientras que otros no quieren volver nuca más (sin importar lo lindas que se van las fotos de instagram). Otros van Otros van a un lujoso hotel en Tailandia, y la verdad no tiene diferencia con un lujoso hotel en Punta Cana. Es lo mismo. No se vuelve una experiencia significativa más allá del lujo, que se encuentra en cualquier parte.
2. ENTRE MÁS VIAJAS Y MÁS CONOCES, TE DAS CUENTA QUE EN REALIDAD CONOCES MENOS.
El viajar te da una ventaja inmensa, y es que te abre la perspectiva de las cosas y de la realidad en que vivimos.
Puedes ver cómo las culturas chocan, difieren y se mezclan simultáneamente. Puedes ver cómo cosas que creías única de tu cultura o país son bastante universales. Mientras que cosas que considerabas universales son muy únicas de tu región, país o cultura.

Te das cuenta que la gente es eso… gente. Los alemanes también se pueden pasar un semáforo en rojo, los ingleses también se pueden orinar en un parque, los colombianos también pueden ser honestos. Las personas somos en gran medida muy parecidas. Tenemos las mismas necesidades, y los mismos deseos. Todos buscamos que nos quieran, todos queremos reírnos y buscamos afecto y validación de una u otra forma. Todos tomamos decisiones en las que la cagamos. No somos los únicos. Todos hemos pasado por situaciones que apestan. Todos tenemos metas. Y todos somos influenciados por los mismos sesgos.
Y son estos sesgos los que causan los mismos patrones de choque entre unos y otros. Son estos los que nos hacen voltear la cara ante un mundo con poca equidad, que es algo muy presente. Un mundo lleno de desigualdad, de crueldad, de injusticias diarias y de la cual desde nuestras casas es difícil dimensionar.
No estoy dando un mensaje pesimista acá. De hecho, tener presente esto me ha hecho más feliz, pues he sido capaz de poner ciertos valores (gratitud, lealtad, honestidad, sentido de comunidad, sencillez) antes que mi felicidad y goce inmediato. Y como consecuencia a esto, llega naturalmente un estado de felicidad.
Y así como comienzas a ser consciente de todas estas cosas, el mundo se sigue abriendo. Siempre hay nuevos lugares e historia por conocer, nuevos paisajes para ver, nueva gente para hablar. Cuando llegas a un nuevo destino descubres una decena más. No importa lo que hagas, siempre habrá más. Y cada vez que te haces consciente del potencial que no has descubierto, te das cuenta de lo poco que en realidad sabes.
3. VIAJAR TE ABRE UN MUNDO, PERO TE CIERRA OTRO.
Ir de un lado a otro y de un país a otro es un estilo de vida que te introduce en un mundo completamente distinto al que se estaba acostumbrado. Puedes conocer más gente en un día que los que conocerías en un mes en una vida más ordinaria. Los lugares, la comida, las culturas, la gente, las fiestas, todo va cambiando.
Y a medida que pasas de un país a otro, de una experiencia a otra por el mundo; te das cuenta que hay ciertas experiencias de profundidad emocional y significado que no estás viviendo. Mientras en casa tus amigos contraen matrimonio, tus abuelos cumplen años y la gente que es especial para ti se reúne en momentos importantes, tu mundo se basa en experiencias más inmediatas y efímeras.
Esto tiene una cosa muy buena y una cosa no tan buena. La primera es que te das cuenta que hay detalles que en realidad no importan y que mucha gente se complica por cosas insignificantes. Después de todo, la vida es tan complicada como queramos complicárnosla.
Piénsalo bien. Cuando coges el mismo camino al trabajo, vas a los mismos lugares, frecuentas la misma gente, cagas en los mismos baños… Cuando todo es familiar nos tomamos todo un poco/muy enserio.
Si se te salió un pedo esperando el café de la mañana en la cafetería a la que siempre vas, te va a dar una vergüenza a morir con la mesera, que además estaba bien buena. Y ya que es el lugar que frecuentas cada mañana te va a parecer un gran rollo. Ni vas a querer a volver pasar por ahí y vas a recorrer una cuadra entera, sólo para rodear el lugar y no tener que verla jamás.
Si la embarraste con esa persona del trabajo que no te cae muy bien, eso te va a hacer sentir un poco incómodo. Y como la incomodidad se te va a notar, el/ella te va a odiar más. Lo que va a ser más incómodo todavía y va a aumentar la probabilidad de que digas algo estúpido otra vez para que se ofenda más…
Pesado.
Pero cuando viajas la pasas cagándola de un lado al otro y te das cuenta que este tipo de cosas no importan. Que a la gente en realidad no le importa lo que hagas. A nadie. En todo el mundo. Excepto tal vez a tus padres y tus amigos. En realidad es bastante liberador, pues te das cuenta que no hay razón para no ser quien quieres ser. No hay en realidad a nadie que debas impresionar en el mundo. O a alguien que debas mantener contento.
Por el otro lado, viajar te limita la capacidad de comprometerse con algo/alguien.
Cuando te deja de gustar un lugar te vas a otro. Cuando no hay gente que empatice contigo te mueves. Esto hace que nuestra habilidad de comprometernos sea un poco débil a comparación de gente que vive en un solo lugar. Ellos tienen que lidiar con conflictos, solucionarlos y crecer con ellos, sin un plan de escape.
Los mejores momentos, en mi opinión, es cuando te conectas con algún lugar y decides quedarte en él más tiempo. Algunas veces dirás “Acá es, es acá donde pertenezco”. Me pasó en el caso de Grecia, Rusia y Serbia. Y fue de acá que muchas de las mejores experiencias que he tenido llegaron, porque pude hacer una vida por un momento en estos lugares. Logré conexiones más profundas con amigos y tuve momentos más importantes, simbólicos y emocionales.
Sin embargo, muchas veces te mueves porque sabes que tu camino es seguir hacia otros destinos.
Viajar de manera perpetua te abre un mundo de experiencias. Literalmente. Pero te cierra otro.
4. LA MEJOR PARTE DE UN PAÍS ES LA PEOR PARTE DEL PAÍS.
Viajar a Estados Unidos por primera vez es genial: Parques de diversiones, ciudades gigantes, centros comerciales y muchas cosas baratas. Cuando vuelves a ir, las probabilidades de que el foco del viaje sean las compras es bastante alta.
En general, los gringos son una sociedad altamente consumista. Allá arriba todo está estructurado para que la gente gaste su dinero y compre cosas: Times Square, los parques de Orlando, los “malls” gigantes que hay por todas partes. Es como un Disney gigante para gente que le gusta las compras.
El día de hoy los Estados Unidos son una potencia mundial. Cada vez que lo visito me asombro de sus gigantes carreteras, que todo allá es enorme, y de lo fácil que es hacer dinero. Si tuviéramos esta facilidad en los países latinos definitivamente seríamos otra cosa.
Pero estas facilidades aparentes tienen su propio costo. Su sociedad carece completamente de la dimensión del folklor, que por ejemplo se desborda en países de Latinoamérica. Es una sociedad centrada en sí misma (tanto que se llaman a sí mismos americanos), que se ha vuelto “demasiado cómoda”, donde no importa el concepto de sociedad sino el “yo” y su afán de hacer dinero. El llamado “Sueño Americano” se centra en hacer mucho dinero, comprar y para esto cosas como la familia pasan a un segundo plano, y muchas amistades son más convenientes que otra cosa. Vales más por lo que tienes que por lo que eres. Crees que allá lo puedes tener todo y lo que no se compra. Hay cosas que no se pueden comprar, pero acá el consumo es el eje central.
Curiosamente lo que emociona a la gente de ir a los Estados Unidos es lo que ha vuelto este país en un lugar vacío y superficial.
Esto no solo ocurre con los gringos. Pasa en cada país. Los aspectos culturales más obvios son los que dan a cada país sus ventajas más grandes, al mismo tiempo que sus desventajas más extremas. Es por esto que la mejor parte de un país es la peor parte del mismo.
En el caso de Colombia. Mucha gente se asombra con lo altamente folclóricos que somos los colombianos. Somos relajados, apasionados, vivimos bailando y cantando todo el tiempo. Nadie se enfiesta como los colombianos con su salsa, merengue, vallenato… toda la noche. Así las cosas, estén mal, tenemos la excusa de salir a bailar y pasarla bueno. Y somos bastante amables.
Una vez en Niza una francesa que había visitado mi país me decía “Es que Colombia es increíble. Hay música por todas partes, todo el tiempo: en el bus, en la casa, cuando la gente se levanta. Todos se divierten.”
Esto para los europeos es algo fascinante. Es extremadamente difícil estar bailando toda la noche, después de haber escuchado música todo el día. Y esta actitud relajada, divertida y folclórica que tanto nos caracteriza es lo que hace que el país sea un completo desastre.
Nada sirve como debería servir en nuestro país. Todo llega tarde, seguimos con un transporte ineficiente de buses en nuestra capital, que tiene casi 12 millones de personas, en lugar de un metro. La corrupción es inimaginable y de vaina tenemos vías medio decentes (algunas) que conectan el país. Somos apasionados porque nada sirve y hemos aprendido a tomar las riendas nosotros mismos. Decidimos verle el lado agradable a la vida, la violencia nos ha ayudado a fortalecer la importancia de la familia y saber disfrutar de momentos sencillos en medio de un sistema caótico.
“¿Que no me quiere cancelar la tarjeta de crédito, señorita? Si quiere puedo empezar a armar un escándalo”.

Y es por esto que aprendimos a tomar las cosas de manera relajada. Ya sabemos que el bus siempre va a estar tarde. Ya sabemos que pocos se están robando la plata de muchos. Las cosas están mejorando poco a poco, pero siempre encontramos una buena razón para gozar de la mejor forma el largo camino que tenemos adelante… y salir a bailar un rato.
Lo mismo en el caso de las mujeres. Algo increíble de Colombia es lo atractivo de sus mujeres. Les gusta verse bonitas, femeninas y arreglarse (en general). Esto sorprende a todos los extranjeros que vienen y esto les parece el paraíso. Al mismo tiempo que ha llevado a que evolucionemos en una cultura altamente machista y celosa… Ya me entienden.
El mismo patrón se repite en todas partes. Los alemanes son extremadamente eficientes y organizados, los rusos son bastante directos, los griegos son sociales y fiesteros, los japoneses son muy formales… Cada cosa es lo mejor y lo peor de cada sociedad. Cada vez que llegas a un destino te expones a una cara, pero con una viene la otra.
5. LA GENTE NO SE “DESCUBRE A SÍ MISMA” CUANDO VIAJA
Esta es una de las cosas más frecuentes que se escuchan cuando se pregunta a una persona por qué quiere emprender un viaje por el mundo. “Encontrarse a sí mismo” es una cosa que tiene un valor emocional y personal bastante grande para las personas. Pero carece de significado real.
Creo que cuando la gente se quiere “encontrar a sí misma” en realidad quieren saber cómo se sienten sobre sus vidas en ese momento, sin la gran cantidad de distracciones e influencias externas a las que se ven expuestos en su día a día: El trancón a la oficina, la jodida pareja que no deja salir con los amigos, la madre que critica todo, su jefe que sólo presiona por metas inalcanzables, los amigos que ejercen una presión social importante sobre lo que deberíamos ser (después de todo, ellos son nuestros “pares”).

Como sea, es más fácil saber cómo nos sentimos con nosotros mismos sin todo este ruido de fondo. Sin todas las comodidades y sin ese servicio de “Rappi” premium que te lleva los domicilios a la casa sin costo alguno. Por eso decidimos tomar un “alto” y reflexionar sobre quienes somos, y si nos gusta esta persona. Sin estas influencias externas.
Lo curioso es que viajar es una influencia externa en sí.
Y esta influencia es altamente cambiable. Y tu cambias con las condiciones a las que te expones. No eres el mismo en una playa en Brasil que en tu oficina en Bogotá. No eres el mismo mochileando por los Balcanes que en el cumpleaños de tu abuela. Ni en una fiesta en Mykonos que en el cumpleaños de tus amigos. No porque seas un hipócrita, sino porque las condiciones externas influyen, hacen que te adaptes, te hacen crecer y te moldean.
Este proceso tiene un intrínseco proceso de cambio y desarrollo personal. Y entre más llevas viajando más difícil es compararte con el “yo” que salió de casa, porque cada vez esa imagen es más borrosa. Es por esto que es imposible “conocerse a si mismo” ya que tu identidad está siendo re-orientada constantemente.
Es por esto que puede ser que antes morías por ir a la playa en vacaciones y ahora te parecen un poco aburridas. Que ese trabajo que siempre creías estaba buenísimo, ahora te llena de escepticismo. Antes preferías irte de rumba un jueves, ahora prefieres leer un libro. O viceversa.
Un proceso de viaje constante te hace cuestionarte muchas cosas. Te hace cuestionarte a ti mismo y te hace cuestionar si en realidad sabes algo. Te va a abrir muchas preguntas y es por esto que cuando vuelves te sientes inseguro de muchas cosas, con muchas preguntas abiertas. Y más preguntas que respuestas.
Pero fresco, esto está bien.
El solo proceso de tener la cabeza abierta, de ver las cosas con mirada crítica y de reflexionar antes de tomar cierto tipo de decisiones de vida te va a ayudar enormemente tu crecimiento y desarrollo personal.
El estar en un viaje mucho tiempo no te va a ayudar a descubrirte a ti mismo. De hecho, te va a hacer dudar de quién o cómo eres en realidad. Esto va a desenlazarse en momentos re reflexión y meditación personal y sutil. No sabes cómo te sientes de seguir tu carrera de abogado, no sabes si la cultura rusa (que tanto te gustó) es ahora tan llamativa, no sabes si la idea de una maestría que estuvo/está tan presente en tu circulo social de amigos es en realidad lo que quieres para tu vida, no sabes si te quieres casar.
¿Por qué no irte de profesor de Yoga? ¿Por qué no seguir viajando? ¿Por qué no empezar a escribir un libro? ¿Por qué no comenzar una tienda de café, que tanto te gusta? ¿Por qué te fuerzan a estar en un mundo corporativo que no te gusta? ¿Hay soluciones más sencillas? ¿Qué es lo que en realidad quieres? ¿Qué vas a hacer?
Teniendo un mundo de preguntas, abierto a que tomes una decisión, llega el momento en el que terminas de hacer preguntas. Comienzas a escuchar y a seguir el desarrollo personal que has vivido. Comienzas a obtener una tranquilidad sobre lo que haces es realmente lo mejor. Nunca lo vas a saber. Nunca vas a entenderlo todo. Pero dejas de hacer la vida más complicada de lo que es.
Hazlo pasar, deja que pase. Respira y sigue adelante.