“He pensado en matarme”
Esto fue lo que una vez una colega me dijo cuando me contaba por qué iba a renunciar de la empresa en la que estábamos trabajando. Esta increíble mujer estaba pasando por un momento duro en que perdió a su madre y en ese entonces no encontraba el sentido de aguantar la gran presión corporativa, el trabajo de más de 12 horas al día, las metas, los retos de la vida y en el momento en que llegara el cheque… ¿en qué/quién lo iba a invertir?
Esta no es la primera situación en la que he escuchado este tipo de comentarios. Si me pusiera a echar todo el tipo de cuentos e historias poco ortodoxas que han llegado a mi vida de seguro se pegarían a escucharme como una quinceañera se pega a un maratón de Gossip Girl.
Lo que me impresiona de este tipo de historias es como la gente a veces enfoca su valor como persona en una sola cosa: La capacidad de producir dinero, la capacidad de agradar a la gente, el afecto que genera en su pareja, etc.
Tratando de ayudarla y escuchándola me puse a reflexionar sobre su situación. Ella no había invertido emocionalmente o se había identificado con su rol como hermana, pareja, amiga, colega… Su identidad personal estaba invertida en proveer a su madre. Y cuando esto acabó de un momento a otro, perdió su sentido de ser. Tiene una crisis. Colapsa. Su idemiplasticidad es baja.
¿QUÉ ES IDEMIPLASTICIDAD?
Ahora, idemiplasticidad es un término que acabo de inventar. Lo admito. Se refiere a la habilidad que tenemos para adaptar, diversificar y solidificar nuestra identidad personal basados en experiencias externas e internas. Para esto hay que entender dos cositas clave:
Harry Markowitz, nobel de economía de 1990, destacó la importancia de diversificar el riesgo en un portafolio de inversiones. A esto se conoce como la Teoría de Portafolio de Markowitz. Según su teoría, un portafolio de inversiones diversificado es la mejor forma de maximizar la rentabilidad esperada a medida que se minimiza el riesgo. Si una de las inversiones es de alto riesgo, o hay un sector que se cae de un momento a otro, vas a tener otras inversiones distribuidas que van a evitar que lo pierdas todo.
En una forma más sencilla, pero igualmente acertada, este es el principio de las abuelas de “no poner todos los huevos en la misma canasta”. Si la canasta se cae, no perdemos todos los huevos (duh). Y aunque intuitivo, necesitamos hasta 1990 para que alguien lo dijera y se ganara el Nobel de economía por eso.
Ahora, el cerebro es algo fascinante.
Por allá en 1890 un tal James William (padre de la psicología moderna) en su libro Principios de Psicología habla de algo que llamó plasticidad neuronal, también conocida como neuroplasticidad. El hombre hace referencia a cómo el aprendizaje, la adquisición de habilidades, las influencias interpersonales y sociales y otras variables de contextos específicos pueden ejercer un efecto en la estructura física del cerebro, modificándolo y estableciendo nuevas relaciones y circuitos neurales que a su vez alteran su funcionamiento.
Básicamente: El cerebro se adapta. Puede crear nuevas neuronas y conexiones neuronales a la vez que puede alterar o perder las existentes si entran en desuso. Y lo más increíble, podemos influenciar esto cuando aprendemos algo nuevo: un idioma, un instrumento, tenemos una nueva experiencia social, adquirimos nuevos hábitos, etc…
El resultado de una neuroplasticidad alta es que tenemos una alta capacidad de adaptabilidad. Podemos aprender habilidades nuevas más rápido, las experiencias se vuelven más vivas ya que hemos creado nuevas conexiones neurales, nuestra memoria se vuelve más aguda, una mejor capacidad de razonamiento, entre otras…
Estos dos conceptos se pueden aplicar a tu identidad personal. Me explico:
Así como es una buena jugada diversificar tus inversiones en términos monetarios y tus conexiones neuronales con nuevos aprendizajes, también es importante hacerlo en términos emocionales. Y esto no significa que es hora de recurrir a la poligamia. Quiere decir que la gente debería invertir en las cosas que alimentan su estima personal y lo que les genera valor emocional en una variedad de áreas diferentes: Negocios, vida social, relaciones, hobbies, deportes, familia….
De la misma forma que la neuroplasticidad permite que nuestra capacidad de adaptarnos a situaciones cambiantes sea muy alta, la idemiplasticidad permite hacerlo de manera emocional. Así cuando la situación este difícil en una de las fuentes de valor emocional que tienes, no te jodas completamente la vida y te vayas al caño emocional.
¡Esta idea me pareció genial! Es tan obvia como elusiva, pero cuando la escuchas es como si te tomaras dos shots de expreso: ¡Idemiplasticidad!
COMO ELEGIMOS QUÉ VALORAR:
Todos elegimos lo que es importante para cada quien, ya sea en un proceso consciente o inconsciente; elegimos qué valoramos. Elegimos esas varas con las que medimos el éxito y nuestro valor personal. Entre las más comunes que la gente elige se encuentran: ser profesionalmente exitoso, tener una alta educación, recibir mucho dinero en tu pago mensual, ser un excelente amigo/amiga, ser el mejor padre/madre posible, ser fielmente religioso, ser popular, ser exitosamente social, ser atractivo físicamente, ser deseado sexualmente, etc.
Independientemente de cuál sea nuestro criterio para establecer nuestro valor personal, ya sea tener más atención del sexo opuesto…. O ganar más dinero que nuestros amigos; estamos decidiendo de qué forma queremos recibir validación externa para sentirnos bien con nosotros mismos. Lo que sea que elijamos valorar y de lo cual esperamos recibir validación va a ser parte importante de nuestra identidad personal.

Para la mayoría de nosotros este proceso es consecuencia de nuestra formación: Tal vez eras un excelente deportista, tal vez recibías las mejores calificaciones de la clase, tal vez eras el /la popular del colegio (o de la ciudad) con muchos conocidos y con el cual todo el mundo quería hablar…o ligar… o por lo menos conocer… o que se inventaban que conocían para llamar la atención… como sea. Tal vez eras de las personas más atractivas de tus círculos sociales. O tal vez queríamos ser alguna de estas cosas, nunca lo fuimos, generando un trauma emocional; y por esto decidimos darle más importancia a este tipo de características y trabajar por medirnos a través de ellas. Es por esto que la validación que recibimos en nuestro proceso de crecimiento determina a la larga la forma como vamos a valorarnos en nuestra vida adulta.
El caso de la narco-cultura colombiana es fascinante. Y un buen ejemplo de esto.
Llámese Pablo Escobar, hasta los nuevos “traquetos” de la ciudad. La mayoría de estas personas son fáciles de reconocer. Les gusta mostrarse en exceso para recibir validación. Vienen (en su mayoría) de orígenes muy humildes y situaciones difíciles, donde pagar un servicio básico (agua, luz…) es complicado y no son más que invisibles para la sociedad. Como resultado, van creciendo dándole un valor desproporcionado al dinero, ser ricos y poder hacer lo que ellos, su familia y conocidos nunca han podido por la escasez de plata.
No solo comienzan a traficar drogas. Se genera toda una dinámica social con el mostrar: comprar camisetas con el cocodrilo de Lacoste bordado en oro y diamantes, con Rolex gigantes que casi logran que un hombro se disloque y contratando mujeres llenas de cirugías (y con una distorsión de la belleza alimentada por la industria pornográfica y el morbo) que puedan mostrar hacia los demás… En condiciones normales nunca hubieran podido tener una mujer así, un reloj de esa marca, ese carro. En este momento pueden tener dos, si quieren, y las pueden (y las van) a mostrar a todos. Acá el precio es el indicador del éxito.
¿QUÉ TAN SÓLIDA ES TU IDENTIDAD PERSONAL?
Ahora, seguro estarás pensando: “Que pendejada, si yo soy un individuo bastante balanceado. Esto no me podría llegar a pasar”. De hecho, muchas personas lo creen. El problema es que la persona puede hacer muchas cosas en su vida y en su día a día: deportes, voluntariados, rumbas, trabajo, en incluso viajen por el mundo, y aun así todas sus fuentes de validación pueden venir de un mismo origen.
Un ejemplo. Digamos que trabajas para una compañía multinacional, tienes una carrera prominente, un buen salario, una pareja, una familia y unos hobbies “cool”. Ah, y además de esto lees en tu tiempo libre. Por ahora todo “pinta bien”, ¿No? Posiblemente tendrías muchos “match” en Tinder también.
Pero en realidad puede ser que en realidad tu carrera domine tu identidad personal. Vamos a analizarlo un poco más detalladamente: Le dedicas tanto tiempo a la oficina que no tomas tiempo con tu pareja, quien viene de la misma oficina. Y cuando se ven sólo le cuentas las cosas de la oficina. Todos tus hobbies: esa ida a pescar, el grupo de fútbol los sábados, salir a comer perros calientes… o esa clase de acroyoga, involucran a las personas con las que trabajas. Sales a tomar con tus amigos del trabajo. Cuando hablas por Whatsapp hay un grupo para compartir chismes de la nueva jefe, del practicante nuevo o de la directora de mercadeo… Este chat vibra cada 4 horas. Ah, y por cierto, lees cosas relacionadas con tu carrera: el éxito profesional, los secretos de ganar dinero o algo así.
Conclusión: No tienes diversidad.
Varias personas que conocí en mi anterior trabajo operaban de esta forma: Salían con la gente del trabajo. Los libros que leían tenían que ver con trabajo o la vida laboral… o hacer dinero. Sus dinámicas sociales afuera de la oficina siempre tenían un componente o estaban relacionadas con algo del trabajo. Muchas de sus fotos eran en eventos del trabajo o con gente del trabajo. Sus conversaciones estaban centradas en chismes o cosas de la oficina. Por lo que enfocaban su vida únicamente en recibir validación de la misma fuente. Y esto al final, además de ser una dinámica tediosa al largo plazo (por lo menos para mí), es un riesgo para la estabilidad emocional y autoestima de esta gente.
Para poner otro ejemplo menos intuitivo. En mis viajes me he encontrado varia gente que ha visitado una gran cantidad de países. Las conversaciones son geniales, pero una cosa que he notado es que algunos centran su validación en la cantidad de países que han visitado, quién ha hecho las cosas más extremas, quién ha ido a X playa o que tan grande es su cuenta de redes sociales. Es fácil identificarlos ya que cuando el tema pasa, lo tratan de volver a poner sobre la mesa.
Analizando a esto viajeros particulares: Todo lo que leen es de viajes. De todo lo que hablan es de viajar. Y pasan más de medio día chequeando sus cuentas para ver cuanta aceptación ha tenido su última foto en su viaje a Bali, en esa piscina infinita. O viendo quién puede hablar más de las fiestas a las que fue en Tailandia, quién tuvo más días de meditación en la India, o quién tiene más likes y más seguidores. O quién ha visitado más países. Las conversaciones son las mismas, muchas veces.
Este es otro caso en el que no hay una diversidad. Poner todos los huevos en la misma canasta tiene esta consecuencia. Y hay mucha gente que cae en esto. Estrellas que luego del retiro no pueden dejar sus vidas. Deportistas que al acabar sus carreras terminan suicidándose. Imagina que todo con lo que identificaste tu vida, esa cosa para lo que eras muy bueno y conocido llega a un alto repentino. ¿Qué te pones a hacer luego?
Pasando por otras historias como la de alguien que se identificaba con su carrera. Su profesión y su trabajo y decide renunciar. Se va a viajar por el mundo un rato buscando estar expuesto a otras aventuras y experiencias. Después de un tiempo que se acabe su dinero y tenga que volver a casa va a percibir una crisis de identidad personal. ¡Y esto pasa casi siempre!
No porque “se acostumbró a una vida fácil”, que es lo que muchos piensan. Puede que cuando trate de acoplarse a su vida anterior no lo va a hacer de la misma forma porque ahora su trabajo, su carrera y el dinero (cosas con las que se identificaba únicamente antes de esta experiencia) ya no le proveen la misma validación emocional. O porque pasó a identificarse únicamente con los viajes o la vida en otro lugar. Este último caso es el peor, pues le va a dar muy duro volver y sentir que nada en donde esta le provee de ningún arraigo o validación emocional. No se va a sentir en el lugar en el que debe estar y va a entrar en un duelo grande.
También están casos como los de Jim Carrey, uno de los actores de comedia más reconocidos quien decidió diversificarse. Pasó de la comedia (que siguió haciendo) a realizar otros papeles, entrar en la pintura y otras actividades. Cosa que le ayudó con un severo caso de depresión en el que se encontraba.

Hace tres años atrás la idea que mi trabajo no fuera como yo esperaba me atemorizaba un montón, al igual que el hecho de quedar sin él. Cuando los meses no eran buenos para la región que manejaba me llegaba a estresar. Perdía el sueño por problemas que no había causado yo. Cuando sabía que mi jefa me iba a llamar al día siguiente a pedirme explicaciones de cosas fuera de mi control, me generaba bastante ansiedad. Y curiosamente no me encontraba en el sector que me apasionaba estar.
Irónicamente en este momento que tengo un buen trabajo en la industria donde quiero estar, mi identidad no está tan invertida en esto, y si me voy el día de mañana no creo que me genere tanta ansiedad como me generó al principio. ¿Porqué? Bueno, he diversificado y balanceado mi identidad personal aún más. He recorrido parte del mundo, hablo diferentes idiomas, tengo una amplia gama de amigos con diferentes estilos de vida que me han ayudado a formarme, sigo escribiendo en mi blog y buscando nuevas cosas para hacer y explorar. Si el día de mañana mi aspecto económico falla… de seguro va a ser una cagada y va a generar estrés, pero emocionalmente seré mucho más fuerte frente a esto.
¿Y tú? ¿Qué te gusta?… me refiero a ¿Qué te gusta en realidad? Invierte tiempo en esto y en una amplia gama de áreas diferentes. Si te gusta la escritura, comienza a escribir de vez en cuando. Abre un blog. Escribe para ti. Si te gusta la música, agarra un instrumento y comienza a practicarlo. Complementa esto con ir a conciertos. Viaja, pero no lo hagas por las fotos. Aprende de las diferentes culturas y si tienes la oportunidad, aprende un nuevo idioma (¡Lo vale!). Haz tiempo para tus viejos amigos. Haz nuevos amigos y nuevas conexiones. Aprende nuevos hobbies. Sé competitivo en alguna de estas áreas. Expándete más allá de tu trabajo y tu relación sentimental. Aprende a bailar. Toma un tiempo fuera del trabajo. Ve a un retiro de meditación.
¡La variedad es infinita! Pero no lo hagas “por hacerlo”. Dale importancia. Métele ganas. Invierte tu ser en esto. Aumenta tu idemplasticidad y de esta forma vas a tener varias canastas para depositar los diferentes huevos emocionales que tengas.